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Inicio https://www.esperantzaeskaut.org/index.php/component/content/category/79-recursos/87-cuentos 2024-04-29T17:24:47+02:00 Esperantza Eskaut Taldea portal@esperantzaeskaut.org Joomla! - Open Source Content Management - Version 4.4.1 Esfuerzo - La lección de la mariposa 2005-12-11T19:26:02+01:00 2005-12-11T19:26:02+01:00 https://www.esperantzaeskaut.org/index.php?view=article&id=223&catid=87 Super Usuario esperantza@esperantzaeskaut.org <h1 style="text-align: center;" align="justify"><span style="color: #000000;"><strong><span style="text-decoration: underline;">La lección de la mariposa</span></strong></span></h1> <div align="justify"> </div> <div style="text-align: justify;" align="justify">"Un día, una pequeña abertura apareció en un capullo; un hombre se sentó y observó por varias horas como la mariposa se esforzaba para que su cuerpo pasase a través de aquel pequeño agujero.Entonces, pareció que ella ya no lograba ningún progreso.Parecía que ella había ido lo más lejos que podía en su intento y no podía avanzar más.Entonces el hombre decidió ayudar a la mariposa: tomó una tijera y cortó el resto del capullo. La Mariposa entonces, salió facilmente.Pero su cuerpo estaba atrofiado, era pequeño y tenía las alas aplastadas.El hombre continuó observándola porque él esperaba que, en cualquier momento, las alas de ella se abrirían y se agitarían para ser capaces de soportar el cuerpo, el que a su vez, iría tomando forma. ¡Nada ocurrió! En realidad, la mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose con un cuerpo deforme y alas atrofiadas. Ella nunca fue capaz de volar.</div> <div style="text-align: justify;" align="justify"><br />Lo que el hombre, en su gentileza y voluntad de ayudar no comprendía, era que el capullo apretado y el esfuerzo necesario para que la mariposa pasara a través de la pequeña abertura, era el modo por el cual Dios hacía que el fluido del cuerpo de la mariposa llegara a las alas, de tal forma que ella estaría pronta para volar una vez que estuviera libre del capullo.</div> <div style="text-align: justify;"><br />         <br />Algunas veces, el esfuerzo es justamente lo que precisamos en nuestra vida.<br />Si Dios nos permitiera pasar a través de nuestras vidas sin obstáculos, él nos dejaría lisiados. No seríamos tan fuertes como podríamos haber sido y nunca podríamos volar.<br /> <br />         <br />Pedí fuerzas... y Dios me dió dificultades para hacerme fuerte.</div> <div style="text-align: justify;"><br />Pedí sabiduría... y Dios me dió problemas para resolver.<br />         <br />Pedí prosperidad... y Dios me dió un cerebro y músculos para trabajar.<br />         <br />Pedí coraje... y Dios me dió obstáculos que superar.<br />         <br />Pedí amor... y Dios me dió personas para ayudar.</div> <div style="text-align: justify;"><br />Pedí favores... y Dios me dió oportunidades.<br /> <br /> <br /><strong><em>No recibí nada de lo que pedí... pero recibí todo lo que precisaba</em></strong>."</div> <p style="text-align: justify;"> </p> <h1 style="text-align: center;" align="justify"><span style="color: #000000;"><strong><span style="text-decoration: underline;">La lección de la mariposa</span></strong></span></h1> <div align="justify"> </div> <div style="text-align: justify;" align="justify">"Un día, una pequeña abertura apareció en un capullo; un hombre se sentó y observó por varias horas como la mariposa se esforzaba para que su cuerpo pasase a través de aquel pequeño agujero.Entonces, pareció que ella ya no lograba ningún progreso.Parecía que ella había ido lo más lejos que podía en su intento y no podía avanzar más.Entonces el hombre decidió ayudar a la mariposa: tomó una tijera y cortó el resto del capullo. La Mariposa entonces, salió facilmente.Pero su cuerpo estaba atrofiado, era pequeño y tenía las alas aplastadas.El hombre continuó observándola porque él esperaba que, en cualquier momento, las alas de ella se abrirían y se agitarían para ser capaces de soportar el cuerpo, el que a su vez, iría tomando forma. ¡Nada ocurrió! En realidad, la mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose con un cuerpo deforme y alas atrofiadas. Ella nunca fue capaz de volar.</div> <div style="text-align: justify;" align="justify"><br />Lo que el hombre, en su gentileza y voluntad de ayudar no comprendía, era que el capullo apretado y el esfuerzo necesario para que la mariposa pasara a través de la pequeña abertura, era el modo por el cual Dios hacía que el fluido del cuerpo de la mariposa llegara a las alas, de tal forma que ella estaría pronta para volar una vez que estuviera libre del capullo.</div> <div style="text-align: justify;"><br />         <br />Algunas veces, el esfuerzo es justamente lo que precisamos en nuestra vida.<br />Si Dios nos permitiera pasar a través de nuestras vidas sin obstáculos, él nos dejaría lisiados. No seríamos tan fuertes como podríamos haber sido y nunca podríamos volar.<br /> <br />         <br />Pedí fuerzas... y Dios me dió dificultades para hacerme fuerte.</div> <div style="text-align: justify;"><br />Pedí sabiduría... y Dios me dió problemas para resolver.<br />         <br />Pedí prosperidad... y Dios me dió un cerebro y músculos para trabajar.<br />         <br />Pedí coraje... y Dios me dió obstáculos que superar.<br />         <br />Pedí amor... y Dios me dió personas para ayudar.</div> <div style="text-align: justify;"><br />Pedí favores... y Dios me dió oportunidades.<br /> <br /> <br /><strong><em>No recibí nada de lo que pedí... pero recibí todo lo que precisaba</em></strong>."</div> <p style="text-align: justify;"> </p> Silencio - El pozo y el cubo 2005-11-22T00:04:30+01:00 2005-11-22T00:04:30+01:00 https://www.esperantzaeskaut.org/index.php?view=article&id=503&catid=87 Super Usuario esperantza@esperantzaeskaut.org <h1 style="text-align: center;"><span style="color: #000000;"><strong><span style="text-decoration: underline;">El pozo y el cubo</span></strong></span></h1> <div style="text-align: justify;"> </div> <div style="text-align: justify;">-¿Qué aprendes tú en tu vida de silencio?-Preguntó el visitante a un monje de clausura.</div> <div style="text-align: justify;"> </div> <div style="text-align: justify;">El monje, que estaba sacando agua del pozo, le respondió:</div> <div style="text-align: justify;"><br />-Mira al fondo del pozo, ¿qué ves?</div> <div style="text-align: justify;"><br />El hombre se asomó al brocal del pozo.</div> <div style="text-align: justify;"><br />-No veo nada.</div> <div style="text-align: justify;"><br />El monje se quedó inmóvil y en silencio y, después de un rato, dijo de nuevo a su visitante.</div> <div style="text-align: justify;"><br />-¡Mira ahora! ¿Qué ves?</div> <div style="text-align: justify;"><br />El visitante obedeció:</div> <div style="text-align: justify;"><br />-Ahora me veo a mí mismo en el espejo del agua.</div> <div style="text-align: justify;"><br />El monje le explicó:</div> <div style="text-align: justify;"><br />-Ya ves. Cuando yo meto el cubo en el pozo el agua está agitada. Sin embargo ahora el agua está tranquila. Así es la experiencia del silencio.</div> <div style="text-align: justify;"> </div> <div style="text-align: justify;"><strong>¡¡¡El hombre se descubre a sí mismo!!!</strong></div> <h1 style="text-align: center;"><span style="color: #000000;"><strong><span style="text-decoration: underline;">El pozo y el cubo</span></strong></span></h1> <div style="text-align: justify;"> </div> <div style="text-align: justify;">-¿Qué aprendes tú en tu vida de silencio?-Preguntó el visitante a un monje de clausura.</div> <div style="text-align: justify;"> </div> <div style="text-align: justify;">El monje, que estaba sacando agua del pozo, le respondió:</div> <div style="text-align: justify;"><br />-Mira al fondo del pozo, ¿qué ves?</div> <div style="text-align: justify;"><br />El hombre se asomó al brocal del pozo.</div> <div style="text-align: justify;"><br />-No veo nada.</div> <div style="text-align: justify;"><br />El monje se quedó inmóvil y en silencio y, después de un rato, dijo de nuevo a su visitante.</div> <div style="text-align: justify;"><br />-¡Mira ahora! ¿Qué ves?</div> <div style="text-align: justify;"><br />El visitante obedeció:</div> <div style="text-align: justify;"><br />-Ahora me veo a mí mismo en el espejo del agua.</div> <div style="text-align: justify;"><br />El monje le explicó:</div> <div style="text-align: justify;"><br />-Ya ves. Cuando yo meto el cubo en el pozo el agua está agitada. Sin embargo ahora el agua está tranquila. Así es la experiencia del silencio.</div> <div style="text-align: justify;"> </div> <div style="text-align: justify;"><strong>¡¡¡El hombre se descubre a sí mismo!!!</strong></div> Agradecimiento - La torta de pan (Cuento árabe) 2005-11-22T00:12:14+01:00 2005-11-22T00:12:14+01:00 https://www.esperantzaeskaut.org/index.php?view=article&id=83&catid=87 Super Usuario esperantza@esperantzaeskaut.org <h1 style="text-align: center;"><span style="text-decoration: underline; color: #000000;"><strong>La torta de pan</strong></span></h1> <div> </div> <div style="text-align: justify;">El mendigo no quería marcharse. Era tan viejo, que su barba blanca cubría su pecho y su rostro estaba surcado de arrugas profundas.<br />-Dame un poco de pan en nombre de Dios, repetía.<br />Pero la joven respondió otra vez.<br />- No puedo.<br />- ¿Por qué? Tu casa es pequeña y tu vestido sencillo. No eres rica, seguramente, pero yo soy más pobre que tú, yo no tengo nada.<br />- ¡Ay! te daría gustosamente hasta mi último trozo de pan, pero ¿no conoces las órdenes del Sultán? Queriendo abolir la mendicidad en su Reino declaró que a cualquiera que hiciese caridad le cortaría las manos.<br />El viejo bajó la frente y suspiró. ¿ Qué podía decir él? Pero mientras se alejaba tambaleante de debilidad, Leyla le llamó:<br />- ¡Me he equivocado!, dijo. Tú ¡no has implorado en nombre de Dios... Dios es más grande  que el Sultán, toma la torta de pan.  <br />Y fue así por lo que a Leyla, le cortaron las manos.<br />Ahora bien, el Sultán era un joven melancólico. Con el rostro triste permanecía silencioso en el hermoso salón de su Palacio. Y su madre que le amaba se inquietaba.<br />- Si mi hijo fuese feliz, se decía, sería más bondadoso para su pueblo. Si fuese feliz, le vería lleno de salud y de alegría. Ha vivido demasiado tiempo solitario; habría que casarle con una joven  hermosa y buena.Abordó muchas veces este tema con su hijo, y siempre el Sultán le apartaba molesto de la conversación.<br />Pero un día le dijo:<br />-Me casaré complacido si encuentro una mujer lo suficientemente hermosa como para reinar a mi lado.<br />La madre sonrió.<br />-Yo conozco hace mucho tiempo a una maravillosa joven.<br />Su madre ha sido mi amiga. Siendo de una familia antes rica y poderosa, Leyla vive ahora sola y pobre. Pero su belleza es incomparable. Y sus virtudes igualan a su belleza. El Sultán frunció el ceño.<br />-¡Una mujer sin defectos no existe!<br />¡Ay! Leyla tiene un pequeño defecto... no tiene manos, pero, cómo alguien pensará mirar a sus mangas cuando se puede contemplar su radiante rostro. Déjame sólo que te la presente.<br />El Sultán consintió en ello y en cuanto vio a Leyla olvidó toda otra cosa. Se casó con ella y ella fue por tanto Sultana, amada del pueblo y admirada de todos.<br />Vivió feliz durante algún tiempo, y su felicidad se acrecentó cuando se hizo madre.<br />Sin embargo, su rango, su belleza, su gozo  había suscitado feroces envidias, particularmente entre ciertas mujeres del palacio. Llegaron con sus calumnias a irritar al Sultán; se hizo duro y suspicaz. <br /><br />Y un día arrojó a su mujer e hijo del palacio. Leyla huyó al desierto. Caminaba durante largo tiempo llevando a su hijo, esperando siempre encontrar algún refugio. Pero el desierto se extendía ante ella cálido y quemante. <br />Terminó por agotar sus pequeñas provisiones y el niño bebió las últimas gotas de agua que perlaban todavía el fondo del odre.<br />La pobre mujer, agotada por la fatiga por el calor y por el hambre y la sed, y viendo a su hijo cercano a morir, se dejó caer sobre la arena sollozando. Pero cuando levantó la cabeza lanzó un grito de sorpresa; a sus pies un río profundo y claro fluía apaciblemente.<br />Se inclinó, bebió e hizo beber al niño y bebió mas... pero en aquel último movimiento el bebé impaciente vaciló y cayó al agua que se cerró sobre él. La desgraciada lanzando gritos iba a precipitarse a su vez en el río cuando un hombre surgió de la misma arena. <br />Se lanzó al agua y trajo al bebé sano y salvo. Lo depositó sobre las rodillas de su madre. Cubriendo al niño de caricias. Leyla levantó hacia el desconocido sus ojos brillantes de gratitud.<br />-Pues ¿quién eres tú, que has tenido piedad de mí?<br />-Yo soy la torta de pan.<br />- ¿Qué quieres decir?<br />- Soy la torta de pan que tú diste un día a un mendigo.<br />Ya recuerdo, dijo Leyla tristemente mirando sus brazos y manos.<br />Pero, ¿qué había pasado? El, desconocido había tocado ligeramente sus mangas y he aquí que dos manos finas blancas como las de antaño otra vez surgían como flores.<br />-Y ahora dijo el hombre, he aquí la torta de pan que te nutrirá a ti y al niño.<br />Desapareció antes de que ella tuviera tiempo de darle las gracias.<br />-" Dios es grande, ha tenido piedad de mí"<br />Cuando quiso morder la torta otra maravilla; aquella misteriosa torta, estaba llena de oro y de joyas de estimable valor.<br />Así Leyla podría vivir en paz y educar a su hijo.<br />Se levantó, el río había desaparecido, en el horizonte, más allá del desierto, una ciudad dorada de sol se elevaba de la arena rosada. Leyla cogió al niño y caminó hacia sus muros.</div> <h1 style="text-align: center;"><span style="text-decoration: underline; color: #000000;"><strong>La torta de pan</strong></span></h1> <div> </div> <div style="text-align: justify;">El mendigo no quería marcharse. Era tan viejo, que su barba blanca cubría su pecho y su rostro estaba surcado de arrugas profundas.<br />-Dame un poco de pan en nombre de Dios, repetía.<br />Pero la joven respondió otra vez.<br />- No puedo.<br />- ¿Por qué? Tu casa es pequeña y tu vestido sencillo. No eres rica, seguramente, pero yo soy más pobre que tú, yo no tengo nada.<br />- ¡Ay! te daría gustosamente hasta mi último trozo de pan, pero ¿no conoces las órdenes del Sultán? Queriendo abolir la mendicidad en su Reino declaró que a cualquiera que hiciese caridad le cortaría las manos.<br />El viejo bajó la frente y suspiró. ¿ Qué podía decir él? Pero mientras se alejaba tambaleante de debilidad, Leyla le llamó:<br />- ¡Me he equivocado!, dijo. Tú ¡no has implorado en nombre de Dios... Dios es más grande  que el Sultán, toma la torta de pan.  <br />Y fue así por lo que a Leyla, le cortaron las manos.<br />Ahora bien, el Sultán era un joven melancólico. Con el rostro triste permanecía silencioso en el hermoso salón de su Palacio. Y su madre que le amaba se inquietaba.<br />- Si mi hijo fuese feliz, se decía, sería más bondadoso para su pueblo. Si fuese feliz, le vería lleno de salud y de alegría. Ha vivido demasiado tiempo solitario; habría que casarle con una joven  hermosa y buena.Abordó muchas veces este tema con su hijo, y siempre el Sultán le apartaba molesto de la conversación.<br />Pero un día le dijo:<br />-Me casaré complacido si encuentro una mujer lo suficientemente hermosa como para reinar a mi lado.<br />La madre sonrió.<br />-Yo conozco hace mucho tiempo a una maravillosa joven.<br />Su madre ha sido mi amiga. Siendo de una familia antes rica y poderosa, Leyla vive ahora sola y pobre. Pero su belleza es incomparable. Y sus virtudes igualan a su belleza. El Sultán frunció el ceño.<br />-¡Una mujer sin defectos no existe!<br />¡Ay! Leyla tiene un pequeño defecto... no tiene manos, pero, cómo alguien pensará mirar a sus mangas cuando se puede contemplar su radiante rostro. Déjame sólo que te la presente.<br />El Sultán consintió en ello y en cuanto vio a Leyla olvidó toda otra cosa. Se casó con ella y ella fue por tanto Sultana, amada del pueblo y admirada de todos.<br />Vivió feliz durante algún tiempo, y su felicidad se acrecentó cuando se hizo madre.<br />Sin embargo, su rango, su belleza, su gozo  había suscitado feroces envidias, particularmente entre ciertas mujeres del palacio. Llegaron con sus calumnias a irritar al Sultán; se hizo duro y suspicaz. <br /><br />Y un día arrojó a su mujer e hijo del palacio. Leyla huyó al desierto. Caminaba durante largo tiempo llevando a su hijo, esperando siempre encontrar algún refugio. Pero el desierto se extendía ante ella cálido y quemante. <br />Terminó por agotar sus pequeñas provisiones y el niño bebió las últimas gotas de agua que perlaban todavía el fondo del odre.<br />La pobre mujer, agotada por la fatiga por el calor y por el hambre y la sed, y viendo a su hijo cercano a morir, se dejó caer sobre la arena sollozando. Pero cuando levantó la cabeza lanzó un grito de sorpresa; a sus pies un río profundo y claro fluía apaciblemente.<br />Se inclinó, bebió e hizo beber al niño y bebió mas... pero en aquel último movimiento el bebé impaciente vaciló y cayó al agua que se cerró sobre él. La desgraciada lanzando gritos iba a precipitarse a su vez en el río cuando un hombre surgió de la misma arena. <br />Se lanzó al agua y trajo al bebé sano y salvo. Lo depositó sobre las rodillas de su madre. Cubriendo al niño de caricias. Leyla levantó hacia el desconocido sus ojos brillantes de gratitud.<br />-Pues ¿quién eres tú, que has tenido piedad de mí?<br />-Yo soy la torta de pan.<br />- ¿Qué quieres decir?<br />- Soy la torta de pan que tú diste un día a un mendigo.<br />Ya recuerdo, dijo Leyla tristemente mirando sus brazos y manos.<br />Pero, ¿qué había pasado? El, desconocido había tocado ligeramente sus mangas y he aquí que dos manos finas blancas como las de antaño otra vez surgían como flores.<br />-Y ahora dijo el hombre, he aquí la torta de pan que te nutrirá a ti y al niño.<br />Desapareció antes de que ella tuviera tiempo de darle las gracias.<br />-" Dios es grande, ha tenido piedad de mí"<br />Cuando quiso morder la torta otra maravilla; aquella misteriosa torta, estaba llena de oro y de joyas de estimable valor.<br />Así Leyla podría vivir en paz y educar a su hijo.<br />Se levantó, el río había desaparecido, en el horizonte, más allá del desierto, una ciudad dorada de sol se elevaba de la arena rosada. Leyla cogió al niño y caminó hacia sus muros.</div> Un "La" clamoroso 2005-11-22T00:24:34+01:00 2005-11-22T00:24:34+01:00 https://www.esperantzaeskaut.org/index.php?view=article&id=512&catid=87 Super Usuario esperantza@esperantzaeskaut.org <h1 style="text-align: center;"><span style="color: #000000;"><strong><span style="text-decoration: underline;">Un "La" clamoroso</span></strong></span></h1> <div> </div> <div>Era un pastor vasco que emi­gró a Estados Unidos porque se enteró que allí su trabajo estaba muy bien pagado: eran pocos los que sabían y querían ejercerlo.En las grandes llanuras de América del Norte, vigilando grandes rebaños, nuestro pastor no tuvo otra compañía que la música. Llevaba siempre consigo su guitarra y su aparato de radio.</div> <div><br />A través de éste seguía con ilusión los conciertos de música clásica, en especial los que daba la orquesta de Chicago, la ciudad principal de su Estado. Con la guitarra entonaba canciones de su tierra para combatir la añoranza. Pero con el tiempo se le desafinó el instrumento.Falto de medios para devolverle a su guitarra la pureza original y ponerla a tono, no se le ocurrió nada mejor que escribir al Director de la Orquesta de Chicago rogándole que, antes de comenzar el concierto del Domingo, le diera la nota "LA".Cuál no sería la sorpresa del pastor vasco cuando, al llegar el Domingo y a la hora señalada, oyó decir al famoso director: <br /><br />- Me ha escrito un pastor vasco. Me dice que oye los conciertos de esta orquesta <br />que tengo el gusto de dirigir. Me dice en su carta que tiene una guitarra, pero la tiene desafinada y que le haría ilusión ponerla a tono.</div> <p> </p> <div>Toda la Orquesta puesta en pie hizo sonar un prolongado y sonoro LAAAAAA. Acababan de hacerle feliz a un sencillo pastor vasco.Y todo el público puesto en pie prorrumpió en un aplauso interminable a la Orquesta y a aquel sencillo pastor que pudo afinar su guitarra y cantar, en adelante bien  entonadas, las canciones de su tierra.</div> <h1 style="text-align: center;"><span style="color: #000000;"><strong><span style="text-decoration: underline;">Un "La" clamoroso</span></strong></span></h1> <div> </div> <div>Era un pastor vasco que emi­gró a Estados Unidos porque se enteró que allí su trabajo estaba muy bien pagado: eran pocos los que sabían y querían ejercerlo.En las grandes llanuras de América del Norte, vigilando grandes rebaños, nuestro pastor no tuvo otra compañía que la música. Llevaba siempre consigo su guitarra y su aparato de radio.</div> <div><br />A través de éste seguía con ilusión los conciertos de música clásica, en especial los que daba la orquesta de Chicago, la ciudad principal de su Estado. Con la guitarra entonaba canciones de su tierra para combatir la añoranza. Pero con el tiempo se le desafinó el instrumento.Falto de medios para devolverle a su guitarra la pureza original y ponerla a tono, no se le ocurrió nada mejor que escribir al Director de la Orquesta de Chicago rogándole que, antes de comenzar el concierto del Domingo, le diera la nota "LA".Cuál no sería la sorpresa del pastor vasco cuando, al llegar el Domingo y a la hora señalada, oyó decir al famoso director: <br /><br />- Me ha escrito un pastor vasco. Me dice que oye los conciertos de esta orquesta <br />que tengo el gusto de dirigir. Me dice en su carta que tiene una guitarra, pero la tiene desafinada y que le haría ilusión ponerla a tono.</div> <p> </p> <div>Toda la Orquesta puesta en pie hizo sonar un prolongado y sonoro LAAAAAA. Acababan de hacerle feliz a un sencillo pastor vasco.Y todo el público puesto en pie prorrumpió en un aplauso interminable a la Orquesta y a aquel sencillo pastor que pudo afinar su guitarra y cantar, en adelante bien  entonadas, las canciones de su tierra.</div> Silencio - Saber callar o hablar poco 2005-11-22T00:39:23+01:00 2005-11-22T00:39:23+01:00 https://www.esperantzaeskaut.org/index.php?view=article&id=504&catid=87 Super Usuario esperantza@esperantzaeskaut.org <h1 style="text-align: center;" align="justify"><span style="text-decoration: underline; color: #000000;"><strong>Saber callar o hablar poco</strong></span></h1> <div style="text-align: justify;" align="justify"> </div> <div style="text-align: justify;" align="justify">Se han  dado muchas reglas gramaticales para aprender a hablar, pero ninguna que yo separa para saber callar.La palabra es sólo la mitad de quien la dice y la mitad del que la escucha, por eso  hemos de preferir que se critique nuestro silencio antes que nuestras palabras.La palabra es como la piedra, una vez que se lanza, no sabemos el daño que va a hacer. (A veces alguien dice de otro que ha hecho un comentario: " menuda pedrada"). No hay palabra mejor dicha que la que está por decir; entonces hemos de saber callar y también hablar a su debido tiempo con palabra precisa, correcta y necesaria; pues el tesoro del lenguaje limpio es herencia que todo padre debe dejar a sus hijos.Igual que una cicatriz afea un rostro hermoso, la palabra grosera rebaja al hombre más inteligente. Y peor todavía si al hablar caemos en la murmuración; entonces sí que podríamos decir aquello de Sócrates: " Conócete a ti mismo ".Y no olvidemos tampoco lo que decía Pascal. " SI LOS HOMBRES SUPIERAN LO QUE UNOS DICEN DE OTROS, NO HABRÍA EN EL MUNDO CUATRO AMIGOS SIQUIERA".</div> <h1 style="text-align: center;" align="justify"><span style="text-decoration: underline; color: #000000;"><strong>Saber callar o hablar poco</strong></span></h1> <div style="text-align: justify;" align="justify"> </div> <div style="text-align: justify;" align="justify">Se han  dado muchas reglas gramaticales para aprender a hablar, pero ninguna que yo separa para saber callar.La palabra es sólo la mitad de quien la dice y la mitad del que la escucha, por eso  hemos de preferir que se critique nuestro silencio antes que nuestras palabras.La palabra es como la piedra, una vez que se lanza, no sabemos el daño que va a hacer. (A veces alguien dice de otro que ha hecho un comentario: " menuda pedrada"). No hay palabra mejor dicha que la que está por decir; entonces hemos de saber callar y también hablar a su debido tiempo con palabra precisa, correcta y necesaria; pues el tesoro del lenguaje limpio es herencia que todo padre debe dejar a sus hijos.Igual que una cicatriz afea un rostro hermoso, la palabra grosera rebaja al hombre más inteligente. Y peor todavía si al hablar caemos en la murmuración; entonces sí que podríamos decir aquello de Sócrates: " Conócete a ti mismo ".Y no olvidemos tampoco lo que decía Pascal. " SI LOS HOMBRES SUPIERAN LO QUE UNOS DICEN DE OTROS, NO HABRÍA EN EL MUNDO CUATRO AMIGOS SIQUIERA".</div> Amor - Sólo el amor 2005-11-21T23:50:06+01:00 2005-11-21T23:50:06+01:00 https://www.esperantzaeskaut.org/index.php?view=article&id=86&catid=87 Super Usuario esperantza@esperantzaeskaut.org <h1 style="text-align: center;"><span style="text-decoration: underline; color: #000000;"><strong>Sólo el amor</strong></span></h1> <div style="text-align: justify;"> </div> <div style="text-align: justify;">Abul, un marroquí, vivía debajo de un puente de una gran arteria del Norte.</div> <div style="text-align: justify;">Una noche tuvo un sueño de paz y vio en una gran luz un ángel que escribía <br />en un Libro de Oro.</div> <div style="text-align: justify;">Abul dijo al ángel:<br />- " ¿Qué escribes?".  <br />El ángel levantando la cabeza respondió: <br />- "Escribo los nombres de los  que aman al Señor".<br />" ¿Está mi nombre entre ellos?", preguntó Abul.<br />- " No, tu nombre no está ", respondió el Ángel.<br />Abul bajó los ojos y calló.Después temeroso dijo:<br />- " Te ruego, entonces, que escribas mi nombre entre los que aman a sus semejantes.<br />El ángel escribió y el sueño terminó.<br />La noche siguiente el ángel volvió a aparecer en una gran luz.<br />- ¿Qué escribes hoy?.<br />- Hoy estoy escribiendo los nombres de los que son AMADOS POR EL SEÑOR.<br />- Estoy yo entre ellos? preguntó el marroquí.<br />- Voy a ver. Y mira por dónde, el primer nombre de todos decía:<br />- ABUL EL MARROQUÍ. ( Pon tu nombre. Que también tú eres el primero <br />en ser amado por el Señor. No hay nadie que te quiera más que El.)</div> <h1 style="text-align: center;"><span style="text-decoration: underline; color: #000000;"><strong>Sólo el amor</strong></span></h1> <div style="text-align: justify;"> </div> <div style="text-align: justify;">Abul, un marroquí, vivía debajo de un puente de una gran arteria del Norte.</div> <div style="text-align: justify;">Una noche tuvo un sueño de paz y vio en una gran luz un ángel que escribía <br />en un Libro de Oro.</div> <div style="text-align: justify;">Abul dijo al ángel:<br />- " ¿Qué escribes?".  <br />El ángel levantando la cabeza respondió: <br />- "Escribo los nombres de los  que aman al Señor".<br />" ¿Está mi nombre entre ellos?", preguntó Abul.<br />- " No, tu nombre no está ", respondió el Ángel.<br />Abul bajó los ojos y calló.Después temeroso dijo:<br />- " Te ruego, entonces, que escribas mi nombre entre los que aman a sus semejantes.<br />El ángel escribió y el sueño terminó.<br />La noche siguiente el ángel volvió a aparecer en una gran luz.<br />- ¿Qué escribes hoy?.<br />- Hoy estoy escribiendo los nombres de los que son AMADOS POR EL SEÑOR.<br />- Estoy yo entre ellos? preguntó el marroquí.<br />- Voy a ver. Y mira por dónde, el primer nombre de todos decía:<br />- ABUL EL MARROQUÍ. ( Pon tu nombre. Que también tú eres el primero <br />en ser amado por el Señor. No hay nadie que te quiera más que El.)</div> Felicidad - Receta de un sabio y prudente autor 2005-11-22T00:01:01+01:00 2005-11-22T00:01:01+01:00 https://www.esperantzaeskaut.org/index.php?view=article&id=236&catid=87 Super Usuario esperantza@esperantzaeskaut.org <h1 style="text-align: center;"><span style="text-decoration: underline; color: #000000;"><strong>Receta de un sabio y prudente autor</strong></span></h1> <p> </p> <p style="text-align: justify;">Toma una gran cantidad de alegría y déjala hervir a fuego lento sin parar.<br />Ponle un tazón bien lleno de leche, de la marca bondad,  <br />enseguida agrega una medida completa de consideración y respeto hacia los demás.<br />Mezcla con estos ingredientes, una cucharada de comprensión, <br />(pero una buena cucharada, no una de café). <br />Si pones un cucharón mejor, la receta ganará.<br />Sazona todo esto con abundante caridad, <br />desparrámala bien por todo el conjunto de horas, tiempo y personas.<br />Ahora, mézclalo todo perfectamente y con todo cuidado <br />lo pasas  por un colador para eliminar cualquier partícula de egoísmo.<br />Sírvelo con abundante salsa de amor.. i ES EXQUISITO !.</p> <h1 style="text-align: center;"><span style="text-decoration: underline; color: #000000;"><strong>Receta de un sabio y prudente autor</strong></span></h1> <p> </p> <p style="text-align: justify;">Toma una gran cantidad de alegría y déjala hervir a fuego lento sin parar.<br />Ponle un tazón bien lleno de leche, de la marca bondad,  <br />enseguida agrega una medida completa de consideración y respeto hacia los demás.<br />Mezcla con estos ingredientes, una cucharada de comprensión, <br />(pero una buena cucharada, no una de café). <br />Si pones un cucharón mejor, la receta ganará.<br />Sazona todo esto con abundante caridad, <br />desparrámala bien por todo el conjunto de horas, tiempo y personas.<br />Ahora, mézclalo todo perfectamente y con todo cuidado <br />lo pasas  por un colador para eliminar cualquier partícula de egoísmo.<br />Sírvelo con abundante salsa de amor.. i ES EXQUISITO !.</p>